La Técnica y la Estética en la Corporalidad del Aerealista
Puesta en escena de Circo
Profesora: Catalina del Castillo
En el siguiente ensayo abordaré el tema de la técnica y su estrecho vínculo con las concepciones de funcionalidad y estética. Dada mi intención de hacer teoría a partir de la práctica, usaré las siguientes referencias: dos textos que teorizan sobre el arte y un par de entrevistas hechas por mí a dos artistas circenses. Los textos son «Filosofía y Estética del cuerpo en el circo desde la perspectiva del concepto de Biopoder» de Jorge Gallego Silva (2005) y «El Arte Secreto del Actor» de Eugenio Barba y Nicola Nicola Savarese (1990). Los artistas entrevistados son César Ayala y Paula Rodríguez
Cuando se observa a un artista caminar en escena, se abre un espacio casi sobrenatural, donde la cotidianidad del hombre se realza y se convierte en acto, en una obra en movimiento digna de ser admirada. Pareciera que en el transcurso de unos minutos el artista pudiera dejar su vida en el escenario por placer, por el placer que otorga el aplauso del espectador, un aplauso que se vuelve sinfonía. Muy posiblemente el espectador no se percate de la rigurosidad que requiere este acto para el ejecutante. ¿Cómo se relacionan la estética y la técnica en el movimiento que aprecia el espectador?
Como lo plantea Barba en «El Arte Secreto del Actor», la técnica del actor es una técnica del cuerpo extra-cotidiano. Esto supone que el cuerpo, para incorporar una técnica, debe tener un entrenamiento fuera de lo cotidiano. El artista no ejecuta una caminata convencional, sino que amplifica la manera normal de caminar. En este sentido, la técnica es un comportamiento restaurado de la cotidianidad, y requiere por parte del ejecutante altos niveles de conciencia. La técnica, a pesar de ser una noción universal, se hace realidad en la particularidad de cada artista, y está determinada por los objetivos y las corporalidades propias de cada persona.
¿Qué se conoce como técnica? La técnica se entiende como un conjunto de habilidades que se requieren para lograr un objetivo que, en el caso del arte, tiene que ver con cierto tipo de perfección estética. Esto requiere de gran disciplina y mucha práctica. Mediante el entrenamiento constante y consciente, se puede llegar a una técnica limpia y sólida que se manifiesta en aspectos como la precisión, la alineación, la fluidez de las transiciones y la proyección del movimiento. Todo esto tiene objetivos formales y funcionales. La técnica busca darle legibilidad al movimiento y busca también cuidar el cuerpo para prevenir lesiones. Además de esto, la técnica tiene propósitos metafísicos, busca tocar lo que está fuera de sí mismo. El artista se angustia por su acto, pero también por el hecho de que sus movimientos muevan al espectador. El artista busca con su técnica emocionar, conmover al espectador. La escena es un campo de batalla donde se erigen las pasiones y la belleza, un juego donde se da y se recibe: el aerealista se arriesga por el aplauso y la aprobación.
Es así que la técnica y la estética están estrechamente relacionadas a través del entrenamiento. El aerealista práctica diferentes técnicas como las telas, el trapecio, la lira y los straps; y las posibilidades de multiplican en sus fusiones con otras técnicas como el impacto y la acrobacia. EL cuerpo que se construye con estas técnicas es cuerpo heroico, cuyo virtuosismo muestra que tiene habilidades extraordinarias, fuera de lo común: puede moverse en diferentes direcciones y niveles, tanto en la tierra como en el aire, puede expandir sus límites anatómicos y puede volar de maneras que arriesgan la propia vida. “Los espectadores dejan de verlos para pasar a admirarlos” (Gallego, 2015, p.134). El artista pasa a ser visto como algo suprasensible, algo fuera de lo cotidiano que es digno de admirar, casi como un dios. En cada acto, él deja de ser humano para dejar su vida y su alma en el show. Aunque parezca cosa del pasado, los accidentes y las muertes suceden con frecuencia en los circos de hoy en día, y es justamente la realidad del riesgo lo que hace al artista un héroe. Arriesgar la vida es su valor y presenciar el riesgo superado es lo que hace sublime su acto. En cada puesta en escena, el artista vive en carne propia la experiencia de convertirse en un ser idealizado.
Ahora, tras estos actos sublimes y estos artistas idealizados hay siempre un entrenamiento de seres reales, palpables y cotidianos. Quiero referirme ahora a los testimonios de estos seres, y acercarme, a través de sus palabras, a la realidad de sus experiencias como artistas aerealistas. César Ayala es un artista circense desde hace aproximadamente 12 años. Para él, la técnica en los procesos aéreos consiste en “una exploración que se llega a interpretar con el cuerpo para que de forma orgánica se desarrolle una pieza”. Él me puso el siguiente ejemplo para explicar lo que es igual para todos y lo que puede ser individual o singular a cada artista en relación a una búsqueda técnica: aunque existan muchas maneras de hacer una invertida en la tela, todas pasan por el envolvimiento y el desenvolvimiento hasta el centro de la columna vertebral, lo cual hace que el organismo se vuelva más pequeño, logre llevar la cadera arriba y forme un contrapeso con la cabeza. Cada quien aprovecha la fuerza, la flexibilidad y las líneas que encuentra en su propio cuerpo, pero todos los cuerpos pasan por un camino similar.
César afirma que para entrenar la técnica es indispensable la repetición, ya que con ésta le permite a la persona entender los caminos para realizar los movimientos de forma más sencilla; es decir, sólo con los músculos que son necesarios, y no activando siempre todo el cuerpo. En el ejemplo de la invertida, un cuerpo sin técnica tiende a emplear los antebrazos, los dorsales, los bíceps, el pectoral y la espalda, cuando en realidad sólo es necesario involucrar el abdomen y los hombros. La técnica implica aprender a reducir el número de músculos utilizados, los cual se logra únicamente con la repetición.
Mi segunda artista entrevistada fue Paula Rodríguez, cuya formación técnica comenzó con los aéreos y la gimnasia cuando ella tenía 16 años. Ella dice que su cuerpo llega hasta donde ella permita que él mismo entrene y se esfuerce. Es decir, que el nivel de su técnica depende de las horas diarias que ella le dedique al entrenamiento. Su rendimiento depende de su disciplina. Paula llegó a tener temporadas en las que ejercitaba dos o tres veces por día y hasta 6 horas en cada lapso. Sus prácticas variaban entre acondicionamiento general, estiramiento y entrenamiento en técnicas específicas. Aclara que, el método en este arte depende mucho de cada individuo y de lo que éste pretende expresar con su movimiento: “Hay muchos caminos y todos son válidos, hay formas más rígidas dirigidas hacia el circo o la gimnasia clásica, y, de todas maneras, cualquiera está bien”. Paula reconoce que cada persona tiene un cuerpo diferente, y que lo que le sirve a ella para que su técnica sea más exacta, no necesariamente le sirve a alguien más, aunque ambas quieran lograr hacer una misma forma o quieran alcanzar un mismo objetivo. La técnica está determinada por condiciones como la estatura, el peso, la flexibilidad, la fuerza y muchos otros aspectos propios de cada cuerpo. La técnica consiste entonces en un constante diálogo entre las condiciones físicas del organismo y la conciencia, cuyo motivo es el logro de un objetivo específico.
Se podría decir entonces que el aerealista es un intérprete de la libertad, a pesar de que, como dice Gallego, “la disciplina corporal…los acerca más bien a un cuerpo entendido bajo parámetros de docilidad que de libertad” (Gallego, 2015, p. 134). El tecnicismo del aerealista le permite dejar volar su alma, materializar sus pasiones y hacer del peligro todo un acto performativo. En realidad, el show no es solo un espectáculo que se presenta frente a cientos de personas para recibir de ellos la admiración y la aprobación en un aplauso. El show, o el performance, es también y sobre todo un ritual, una batalla. Cada movimiento, cada paso, cada salto se han entrenado bajo cálculos físicos, pero en la escena llegan más allá de lo físico. “El giro, el círculo y la repetición constante de un movimiento realizado en un plano situado entre el cielo y la tierra permite al chamán salir de su realidad para conectar con las fuerzas buscadas” (Gallego, 2015, p. 151). El artista logra entrar en un estado intermedio entre dos planos. El aerealista intenta dejar de ser hombre por medio de un riguroso entrenamiento de su cuerpo humano.
Y es que la funcionalidad de los métodos y la técnica tienen como objetivo propiciar una experiencia estética para artistas y espectadores, una experiencia universal de lo bello. Como lo demuestran los artistas entrevistados, se pueden lograr corporalidades extraordinarias y aparentemente inexplicables a través del entrenamiento arduo. La repetición inteligente permite al organismo aprender las técnicas casi que por ósmosis. La estética puede tener dimensiones metafísicas, pero está anclada en la disciplina y en el rigor.
Barba nos dice que “El cuerpo es el primer y más natural elemento del hombre. O, más exactamente, sin hablar de instrumento, el cuerpo es el primer y más natural objeto técnico y, al mismo tiempo, medio técnico del hombre” (Barba, 1990, p. 300). La herramienta principal del ser humano es él mismo, y lo que puede aprender depende de la propia naturaleza. El aerealista demuestra que, para estar en el aire y no tocar la tierra con los pies, es necesario estar muy aterrizado. Asimismo, la práctica individual de cada aerealista y las características particulares de cada uno de sus cuerpos buscan en la técnica un objetivo compartido por todos los artistas: hacer realidad una experiencia estética, un momento de belleza universal.
Bibliografía.
Gallego Silva, Jorge. (2015) Filosofía y Estética del cuerpo en el Circo, desde la perspectiva del concepto de Biopoder. España, Madrid: Tesis Doctoral.
Barba, Eugenio y Savarese, Nicola. (1990) El Arte Secreto del Actor. Diccionario de antropología teatral. México. Traducción, Porras Yalma-Hail. Editorial Pórtico de la Ciudad de México.