En el corazón de las tinieblas: un ejercicio de auto-ficción
PRIMER CAPÍTULO:
“Mi mamá, mis primos y mi abuela tomaban café en la parte trasera de la casa, mientras hablaban de su día y de cómo había sido de estresante la mañana de mi madre, ya que sus alumnos en el colegio cada vez estaban más groseros e insoportables. Mi abuela después de refunfuñar por lo dicho se para y vuelve a llenar la taza de café y pregunta si queremos pan con mantequilla, era el manjar de todos los primos, se nos hacía agua la boca con tan solo nombrarlo. Comíamos, jugábamos, pero siempre éramos indiferentes a cualquier conversación alrededor, ya que mi familia era la típica de “conversaciones de sólo adultos”, y esta no era la excepción.
Los problemas de pocos ahora sí que eran de todos, mi tío entró a la casa muy alterado como nunca lo hacía, él era un tipo muy calmado, pero justo ese día su actitud era diferente, sus ojos ya no brillaban. Entró por la puerta de la entrada que estaba apenas entreabierta, gritando los nombres de mi madre y de mi abuela, él sólo podía emitir de su boca las palabras “lo mataron, lo mataron”. La respuesta de ellas: un frío silencio abrumador. Todos los presentes podíamos entender de qué se trataba, era el primo mayor cafetero”
Texto para Elementos de la Puesta en Escena II
Profesora María Adelaida Palacio,
Segundo Semestre
SEGUNDO CAPÍTULO:
“En el corazón de las tinieblas
En el corazón de las tinieblas
Tinieblas en el corazón
Corazón en las tinieblas”
Hace rato que no sentía su ausencia. En mis sueños le puedo hablar, pero no puedo sentir su presencia junto a la mía.
Recuerdo el domingo 30 de abril del 2010, por la tarde en el pueblo, mi abuela, mi mamá y los primos como era de costumbre, tomaban tinto muy oscuro reunidos en la sala de la casa. Mi abuela después de refunfuñar por el desorden que había a su alrededor se para y vuelve a llenar la taza de café, mientras todos los primos gritaban y corrían por toda la casa.
Mi tío entró en el espacio, tenso y muy alterado. Con nada más observar se le podía notar en el cuerpo que algo grave había sucedido. Sus ojos estaban muy abiertos, con una mirada desorientada, nos miraba a todos y a todo, se tocaba su rostro firmemente con las manos y caminaba por toda la sala con pasos fuertes y rápidos. Se sentía una energía fuerte y muy abrumadora entre todos los familiares presentes, estábamos atónitos, pero a la misma vez sabíamos a quién se refería.
Al primo mayor, cafetero y campesino, de 33 años, lo encontraron en un terreno abierto abandonado a las afueras de Convención (un municipio que hace parte de Norte de Santander) con jean claro, botas pantaneras, un rifle en la mano y un impacto de bala detrás de su cabeza. Mi compañero de vidas había sido víctima de los tan llamados falsos positivos, “un exitoso operativo militar” o eso afirmaba el comunicado que se emitió por noticias días después.
Última entrega para Puesta en Escena Dramaturgias
Profesora Elena Steremberg
Séptimo semestre
TERCER CAPÍTULO:
“12 de marzo, dos de la tarde. Escuché un estallido. Ese día Udo me llamó y me dijo, para alivio mío, “tranquila, estoy bien”.
13 de marzo, sábado, vuelvo a escuchar un estallido, pero ya Udo no responde. Me lleno de impotencia, prendo la televisión a ver si dan alguna información, pero no dicen nada.
Horas después tocan a mi puerta y me dicen “lo mataron, lo mataron”.
Parte de la muestra final del Laboratorio de Laban
Profesora Sara Regina Fonseca
Octavo semestre
Ocaña, El Catatumbo y mi tío cafetero fueron los detonantes que desencadenaron la reconstrucción de una memoria relacionada con mi territorio, Norte de Santander. El texto del primer capítulo lo escribí para la clase de Elementos de la Puesta en Escena II con María Adelaida Palacio, y fue una memoria ficcionada: el contexto hace parte de mi autobiografía, pero no los sucesos. El relato se convirtió en el punto de partida para hacer una puesta en escena con mi compañero de clase, Santiago Salazar. Nuestro objetivo fue encontrar un símbolo para evocar el contexto y construir una coreografía que encarnara la relación entre dos de los personajes que aparecían en el texto. Usamos unas botas pantaneras que simbolizaban el territorio y aludían los casos de “falsos positivos” que han ocurrido allí. El dueto dancístico expresaba la relación empática y cariñosa entre dos seres que, como en el texto, comparten la pérdida de un ser querido. La situación y las relaciones fueron el foco de este ejercicio creativo, en el cual logramos hacer un pequeño gesto de auto-ficción y abstracción.
El segundo capítulo corresponde a un texto que escribí en la clase de Puesta en Escena de Dramaturgias con Elena Steremberg. Tomé la situación del ejercicio anterior como punto de partida y escribí un nuevo texto siguiendo las instrucciones de Elena: describir las imágenes con detalle y sensorialidad, en lugar de simplemente nombrar los elementos presentes. Esta indicación me permitió sumergirme con más profundidad en la escena. Me ayudó a comprender cómo eran sus personajes y a visualizar el entorno de la situación.
El tercer capítulo consistió en escribir texto más minimalista y condensado a partir de la misma situación. Esto lo hice como parte del ejercicio final para el Laboratorio de Movimiento Laban con Sara Regina Fonseca. En esta clase decidí analizar y construir las corporalidades de los personajes de la escena en términos del sistema Laban: peso, espacio, tiempo y flujo. Junto con mis compañeros Miguel Romero y Laura Sofía Prieto, pusimos en escena tres corporalidades distintas, de las cuales emergieron tres personajes: La Madre -Laura- tenía un peso firme, un espacio indirecto, un tiempo súbito y un flujo contenido. El Hombre -Miguel- tenía peso liviano, un espacio indirecto, un flujo libre, un tiempo latente y una trayectoria de la energía sucesiva. La Prima -yo- tenía un peso firme, un espacio directo, un flujo contenido y un tiempo sostenido. Las corporalidades no solo fueron el fundamento del movimiento de los personajes, sino también el fundamento de sus voces. En este ejercicio creativo comprendí que la voz aparece en el cuerpo y que de las corporalidades pueden nacen los personajes.
Esta creación por capítulos distendidos a lo largo de la carrera me permitió ver con distancia un proceso particular de abstracción y distorsión, en el cual la primera referencia autobiográfica se fue volviendo cada vez más ajena. Un universo que, al final del proceso, no tenía ya casi nada que ver con mi realidad. Mis memorias personales se convirtieron en acciones, imágenes, símbolos, cualidades de movimiento, corporalidades y voces. Mi relato personal se convirtió en ficción.
“Y así, en el teatro de la mente,
la abstracción se viste de escena,
y el corazón de las tinieblas late aún, en cada sombra, en cada susurro,
en cada acto”.